Su vibrante color, que varía entre el azul y verde, hacen de la turquesa un mineral muy popular, ideal para decorar joyas o utilizar como aplique. Su composición deriva de una alteración de rocas aluminiferas sedimentarias, con altas concentraciones de fosfato de calcio (apatito), y sulfuro de cobre-hierro (calcopitita). En rocas efusivas aluminiferas también se deposita.
Su nombre es una invención francesa, que se traduce como “piedra turca”, algo muy curioso considerando que en Turquía no se produce este mineral. Tan sólo se vende.
Un velo de misticismo ha cubierto a la turquesa, a lo largo de su historia. Se dice que tribus indígenas americanas la trituraban para crear pintura con ella. Asimismo, se cuenta que nativos mexicanos la colocaban en las tumbas, como amuleto de protección, o bajo el suelo de su hogar, como obsequio para los dioses.
Protagonismo histórico
Sin duda, la turquesa cautiva a quien la ve. Numerosas culturas la incorporaron como parte del atuendo de gobernantes egipcios en la antigüedad. Se cree que también los incas, aztecas, mesopotamicos, persas e incluso, la dinastía Shang, en China, se decantó por ella.
Pese a que su existencia es de larga data y, quizás sea el primer mineral de su tipo en ser introducido a Europa desde Turquía, cobró importancia en el siglo XVI. De hecho, se estima que en la India se popularizó hasta el inicio del periodo Muhgal, y en Japón, en el siglo XVIII.
A la turquesa se le atribuían poderes protectores ante fuerzas del mal. Por ejemplo, los aztecas colocaban la piedra en decoraciones cargadas de oro, cuarzo, azabache, jade o coral, especialmente en objetos ceremoniales, que podían ser máscaras, navajas o escudos.
Frecuentemente, se empleaban resinas de origen natural y cera para unir los elementos, que se adherían a una base de madera, hueso o conchas marinas.
Propiedades de la turquesa
La turquesa destaca entre los minerales por una característica poco apreciada: es bastante frágil, guardando cierta similitud con el vidrio empleado en las ventanas. Su tonalidad puede variar de un azul intenso, cuando es más puro, pasando por un azul cielo, hasta llegar a su reconocido matiz dual. No obstante, también puede ser blanco o verde amarillento.
Es un mineral criptocristalino. Cuando luce más azul, es porque tiene un alto contenido de cobre, pero cuando toma una coloración más verde, puede deberse a la deshidratación del mineral o a la presencia de fragmentos de hierro, lo cual le esta valor en el mercado.
Este mineral es bastante ligero. Su peso es de 2.6 y 2.9. Su dureza es de 5-6 en la escala de Mohs. Esto implica que no se suele rayar con puntas de acero. Una singularidad, es que esa dureza puede reducirse si muestra rastros de porosidad. Cuando se somete a la prueba de raya, debe dar un polvo de color blanco-azulado. Su brillo es de porcelana. Se disuelve en ácido clorhídrico a altas temperaturas. Generalmente se talla con una silueta curva.
Turquesa para la salud
El uso de este mineral ha sido asociado a bienestar y salud, sobre todo a nivel espiritual. En el pasado, se pensaba que la turquesa cambiaba de color de acuerdo al estado de ánimo en el que se encontraba su portador.
Referido al área psicológica, se dice que la turquesa fortalece la claridad mental y ayuda a mantenerse calmado, sin restar atención a lo importante. De igual forma, se le atribuye la cualidad de estabilizar las emociones y evitar crisis nerviosas.
Eexpertos señalan que se pueden aprovechar mejor sus beneficios si está sobre la garganta, en el tercer ojo (en la frente) para potenciar la intuición, o en el plexo solar (entre el ombligo y el corazón).
Yacimientos de turquesa
Este exótico mineral se halla, principalmente, en sitios desérticos. La zona de explotación de turquesas más antigua está en Irán. Otras se ubican en la Península de Sinaí.
En Estados Unidos, hoy por hoy, es posible encontrar yacimientos de turquesa en espacios poblados por nativos americanos como: Nuevo México, Arizona, Nevada, California y Colorado. En el Tíbet, Australia y Tanzania, están algunos de alta importancia.
América Latina también destaca entre las localizaciones de turquesa en el mundo, específicamente en Baja California (México), en el desierto de Atacama en Chile, aunque en poca cantidad, y en Bolivia.
Magia y esoterismo
La turquesa era conocida por los árabes como la “piedra de la suerte”, pero los turcos tenían su propia forma de llamarla: “Talismán del jinete”. Incrustada en oro y guindada como collar, servía para proteger al jockey de una caída. Era necesario colocarla también en las riendas del caballo, para mantener protegido al animal.
Es un amuleto esencial en la maleta de cualquier viajero, sobre todo si se dirige a un destino que sufre inestabilidad política. Se dice que Cristóbal Colón no salía sin la suya para emprender sus travesías.
Se dice que la turquesa es capaz de potenciar el amor de pareja. Tan sólo se requiere obsequiar un ejemplar a la persona de interés para fomentar la armonía en el hogar, ya que genera una especie de “fusión” entre ambas almas. No obstante, esta puede cambiar de color si el amor de acaba o si existe infidelidad por cualquiera de las partes.
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